De bicicletas y parqueaderos y vecinos

Ya les había contado en otra entrada que para poder parquear mi bicicleta triciclo había tenido problemas. Pues me he tomado el trabajo de consultar  a algunos funcionarios de la alcaldía y me he encontrado con que el dueño del parqueadero tiene la potestad de recibirme o no, pues es una propiedad privada y el manda en su negocio.

Hay unas disculpas muy serias y sentidas y otras que rayan en lo burlesco. Me han contestado cosas como que las bicicletas hay que colgarlas y la mia no se puede!!!

Pero tambíen hay algunos que no elaboran tanto sus respuestas, como alguno muy cercano al centro comercial de Galerías, sobre la carrera 27, un martes a las ocho de la mañana, teniendo solo un carro parqueado y espacio para 15 o veinte, me respondió muy ofendido, que no tenia espacio.

Y hay otros que muy decentemente se disculpan porque no pueden cobrarme la tarifa de una bicicleta, pero tampoco estaría bien cobrarme lo de una moto o lo de un carro.  Si me cobran lo de una bicicleta normal se sienten estafados, pero si me cobran mas se sentirían culpables, por lo que me despiden llenos de amabilidad y consideración... pero me despiden.

En conclusión, aunque no me parece lo más estético ni amable con la ciudad, ni mucho menos solidario con la movilidad, parqueo en cualquier lado. Incluso ya me he ido relajando y no necesito de un árbol o reja o amarradero de bicicletas. Me contento con amarrar la rueda trasera al marco y ya.

Esto me pone a pensar sobre la sensación de inseguridad. Ya me da pereza sacar las compras y cargarlas cuando entro a algún almacén de camino a casa. Y cosa curiosa, no se pierden. Con el paso de los días uno va conociendo cada empleado de las tiendas que frecuenta y cada mendigo que espera afuera. Un saludo amable, una pregunta sobre su vida, de vez en cuando una camisa vieja, algo de comer o una moneda y cuando volvemos a ver, hay tanta gente que nos conoce por los caminos que recorremos a diario que empezamos a perder el miedo y la paranoia.

Que uno sea paranoico no quiere decir que no lo están persiguiendo. Pero si dejamos de pensar que nos están persiguiendo y vivimos más tranquilos, y nos preocupamos por hacernos conocer de los vecinos, en lugar de tratar de pasar desapercibidos, viviríamos más felices.

Las redes sociales nos han permitido tener amigos en todo el mundo y mantener el contacto con la familia mas dispersa. Pero cuando hablamos de seguridad, solidaridad, vida en comunidad, vecindarios limpios... hay que conocer a los vecinos.

Y cuando de conocer a los vecinos se habla, la bicicleta o el caminar por el barrio es la mejor estrategía. La baja velocidad mas que un punto en contra de la bicicleta termina por ser un punto a favor. Vivir lentamente, viajar lentamente nos puede ayudar a tener una vida mas intensa y productiva, segura y feliz. Y si se caen los datos... no pasa nada! la vida continua.

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